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sábado, 23 de abril de 2016

Diada de Sant Jordi

Hoy 23 de abril, se celebra la Diada de Sant Jordi y me vienen recuerdos familiares, muchos, todos bonitos.

El primero que recuerdo es que mi padre venía con la rosa siempre para regalarsela a mi madre. Después que naciera mi hermana, en septiembre de 1979 ya eran dos las rosas cuando ella ya era una niña y nosotros empezabamos a tener algo de dinerillo como adolescentes. Aunque también es cierto que este día era un jardín de rosas porque entre mi padre y todos mis hermanos y yo, multiplicados por dos, hacían un total de 12 rosas.
Otro recuerdo familiar eran los libros. Aquellos libros, normalmente de gran tamaño, que regalaban por gentileza de las cajas de ahorros, aunque en realidad había que justificar un ingreso para que te los dieran.

 
Se decía de estas entidades financieras que eran de los Montes de Piedad, supongo que por su labor social, que entonces seguro que bien diferente que ahora, que revertía en ayudas a ancianos, bibliotecas, restauración de patrimonios culturales o arquitectónicos o similares. Después con la domiciliación de las facturas, ya no hacía falta ingresar dinero, sino justificar ser cliente y durante la semana previa a la Diada de Sant Jordi, ya podías ir haciendo la colección de libros.

Estos libros podían ser de diferente temática, recuerdo títulos como Dalí o Picasso, Grans monuments romànics i gòtics; El Museu d'Art de Catalunya o El Museo Marítimo de Barcelona. 
También hubo algunas novelas como la famosa trilogía de Gozos y las sombras; La Colmena; Poldark; etc, que como entonces ocurre, antes habían retransmitido por la televisión la adaptación y que entonces esos títulos ya tenían su reconocimiento previo y sus spoilers también. Recuerdo también una edición especial en las Cajas de ahorro de las novelas ganadoras de Premio Planeta, uno de los títulos que recuerdo bien, porque me gustó mucho leermelo, fue la novela de Terenci Moix, No digas que fue un sueño.
Como ocurría entonces, ibas a casa de un familiar o amigo y veías esos libros con su anagrama de la caja de ahorro en la contraportada, formando parte de la biblioteca del comedor, junto a las famosas enciclopedias Larousse o Salvat, todas ellas compradas a plazos e interminables porque cada año te vendían una más para estar actualizadas.

Otro recuerdo que tengo de este 23 de abril, es el de mi hermano Jordi. Es el quinto de mis hermanos, todos varones como se decía entonces. Mis padres siempre fueron buscando a la niña y me acuerdo bien, de ese día que nació mi hermano Jordi, yo tenía 7 años pero mis padres creían entonces que sería la niña por fin, pero como entonces no se sabía el sexo del bebé hasta que naciera, pues eso, por quinta vez consecutiva fue niño. Y no tenían pensado ningún nombre para él, así que mi hermano Javi, con casi 6 años (los cumpliría a las dos semanas), dijo que tenía un amigo que se llamaba Jordi y así fue, ese amigo que luego ya años más tarde, le explicamos el origen del nombre de mi hermano, se reía porque le costaba creer que fuese cierta esta anécdota.

Este día es su santo pero cuando nació, en junio de 1975, aún estabamos en la dictadura, aunque postrera y agonizante como el dictador, no pudo ser registrado o almenos así lo recuerdo, como Jordi, sino como Jorge, años después siguió ese nombre en el DNI, hasta que ya se lo pudo cambiar.

A mi hermano siempre le llamamos Jordi, desde el primer día y desde que supo hablar, siempre rectificaba a las personas que le decían Jorge, me acuerdo que incluso nosotros, sus hermanos mayores, también corregíamos a alguna persona que le nombraba por Jorge. Lógicamente, forma parte de nuestra memoria familiar y siempre será este día, además de un día de Sant Jordi y la fiesta cultural que es, como también el santo de mi hermano, el pequeño de los varones.

También recuerdo, que todos ibamos a Barcelona, a la Rambla de Catalunya, Portal de l'Angel y como no a las Ramblas, por antonomasía, e incluso, entrar en el Corte Inglés de la Plaça Catalunya para hacer compras de libros. También recuerdo algún Sant Jordi de haber ido a la Plaça Real a comprar libros, sellos y también monedas. Otro lugar de peregrinaje cultural era también el Mercat de Sant Antoni, donde libros y cómics de segunda mano siempre ha sido un referente.

Mi padre siempre nos inculcó el amor por la lectura, aunque no fuese de forma directa, sí indirecta. Me explicaré mejor, él trabajaba en La Vanguardia (en otro post ya hablaré de su vida laboral) y digo de forma indirecta porque desde que tengo uso de razón, yo ya leía el Mundo Deportivo, que también se imprimia en dicho periódico. De bien pequeño, gracias a leer diáriamente, ya me sabía la alineación completa de la famosa plantilla del 0 a 5 en el Bernabeu, con Sadurní (que ese día no jugó pero si Mora), Rifé, Torres, Costa, De la Cruz, Juan Carlos, Reixach, Asensi, Cruyff, Sotil y Marcial. 
No sólo leía prensa deportiva, también mis hermanos y yo, leíamos muchísimos cómics de Ibañez, Escobar, Vázquez entre los favoritos (Mortadelo y Filemón, Anacleto, Zipi y Zape, 13 Rue del Percebe, etc), que imprimían en la imprenta anterior a su trabajo en La Vanguardia, una imprenta que se llamaba Publicaciones Reunidas (Distribuidora Tele-Express) y que estaba ubicada en el famoso edificio Roma del barrio de Sant Roc de Badalona. En dicha importante imprenta se imprimieron muchísimos libros de la Editorial Vergara y Argos, muy famosas en en dicho sector y con su mayor exito en la publicación de cómics, que siempre esperabamos con muchísima ilusión y ansiedad y que devorabamos al momento de darnoslo mi padre. Nosotros entonces vivíamos en el barrio de Sant Antoni de Llefià, en un ático de la calle Ramiro de Maeztú, 8.

O tantísimos albumes de fútbol de la colección Panini; de la Guerra de las galaxias o de Superman; de tantas series de animación o de otros tipos que mi padre nos traía de su trabajo y que incluso recuerdo que llegabamos a tener al menos tres unidades repetidas del mismo albúm, porque entonces aunque fueramos más hermanos, los mayores eramos sólo tres. 

Pero uno de los albúmes que aún conservo y del que guardo gran cariño, porque me costó mucho hacerlo, ya que se coleccionaba por recortables, era de la revista Pronto, una revista de cotilleos que entonces se publicaba, alla por el año 1978, del cual, salían todas las series de actualidad (La casa de la Pradera, Starsky & Hutch, Espacio 1999, Orzowei, etc).
reservados todos los derechos (c)

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Y para terminar, como no podía ser de otra forma, en este día de listas de escritores y libros o autores recomendados, recomendaré algunos libros.

En primer lugar, el libro de mi hermano, José Luís, que justo hace un año hizo su primera firma en el edificio de la sede de Correos de Badalona. El libro se titula El matiz del misterio, una novela de suspense e intriga, que va in crescendo desde la primera página hasta la última.
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Para seguir, recomendaré un libro, Sueños rotos, un libro que debería ser de lectura obligada en las universidades de historia, por su alta dosis didáctica y divulgadora de la historia oscura de la guerra civil española y sus consecuencias, pero desde la óptica de su principal inspirador Manuel Pintor Utrero. Los hechos se desarrollan en Santa Marta de los Barros, pero bien podrían aplicarse a cualquier pueblo libre republicano que fue ocupado por las tropas fascistas. Próximamente saldrá el segundo libro que esperamos con impaciencia.
Respecto al libro último que recomiendo, se títula El impostor, de Javier Cercas, que explora e indaga sobre Enric Marco, que en el 2005 fue objeto de una gran atención mediática por ser célebre como ex deportado en un campo de concentración nazi, cuando en realidad nunca lo fue, aunque si estuviera durante la Guerra civil y posguerra e incluso en la 2a Guerra mundial, por ser coetáneo a estos hechos. Todo este ejercicio de explorar a la persona y no al personaje, hace que sea de lectura muy recomendada, especialmente para los que somos descendientes de abuelos que sí estuvieron en estos hechos, pero siempre de forma anónima, nunca reconocidos como héroes, almenos para las administraciones públicas (como lo fue este personaje), pero sí héroes sobrevientes para nuestras familias.

Como todos los que vivimos esa época de libros y rosas, de esos Sant Jordi que poco a poco se han ido convirtiendo en uno de los días más bonitos, por tanta alegría en las calles, tanto amor por los libros y la cultura, tantas rosas de todos los colores y gustos, merecía la pena hoy, evocar estos recuerdos familiares, que me han ayudado a mis hermanos y a mi, a crecer con valores culturales y sobretodo, a crecer viviendo estas tradiciones que forjan la personalidad no sólo de las personas sino también de la identidad de donde uno es, de donde uno vive y crece, sin olvidar como no, las raíces, porque todo forman un compendio, pasado, presente y futuro que está por escribir...

FELIÇ DIADA DE SANT JORDI A TOTHOM !!